El origen de la domesticación animal se estableció alrededor del año 9000 a. C. en el suceso de la sedimentación humana conocido como revolución neolítica. Se comenzó a utilizar a los animales con propósitos alimenticios, pero tiempo después se descubrió que podían ser utilizados como herramientas de caza o compañeros de caza, adoptando un valor más productivo como tales que como alimento. Los animales fueron constantemente relacionados con la identidad de las diferentes clases sociales en la historia, ya que la capacidad económica permitía poseer valuadas y exóticas especies de animales y plantas.
El origen de la domesticación de animales es inexacto, pero se cree que comenzó cuando el ser humano se dio cuenta de que necesitaba establecer lazos entre él y la naturaleza para su supervivencia y desarrollo. Se estima que los perros, una de las primeras especies animales domesticadas, han sido criados como animales de compañía por alrededor de 10 000 años. Alrededor del año 3500 a. C. comenzó la domesticación de gatos en Egipto.
Ya desde tiempos prehistóricos, cuando la domesticación comenzó a formar parte de las sociedades humanas, los animales adquirieron una nueva connotación para nosotros. La utilización integral de sus recursos, como alimento, vestimenta, combustible, abono, utensilios de caza, herramientas, construcción de viviendas, transporte y tantos otros beneficios, los hicieron indispensables, llegando a transformarse en una compañía constante y sumamente importante para nuestro desarrollo. Venerados como criaturas sagradas y transformados en deidades por algunas culturas, atribuyéndole características antrópicas, han sido partícipes de muchas costumbres y ceremonias humanas, incluyendo las que tienen relación con la muerte.
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